¿Recuerdas tu habitación de adolescente? ¿Cómo decorabas las paredes de tu cuarto, tu carpeta del colegio? ¿Y tus primeros álbumes de recuerdos? Yo desde luego sí, y creo que es algo que no perdemos del todo al crecer. Seguimos teniendo anhelos, preferencias y un irrefrenable impulso por bocetar nuestra identidad. Pues bien, de eso tratan los moodboards. Tecnicismos aparte, un moodboard no es más que un tablero donde una persona puede definir sus gustos, aspiraciones, estilo y personalidad, añadiendo “recortes” de aquí y allá. Sencillo, ¿verdad?
Para qué sirve un moodboard
Quizá esos mosaicos de dibujos y pegatinas que componíamos de chavales os parezcan ahora algo infantil, pero nada más lejos de la realidad. En el fondo, con ese ejercicio creativo, tratábamos de expresar quienes éramos o, al menos, quienes queríamos ser. Y este es un ejercicio, que, nos guste o no, nunca se da por terminado y que además puede sernos muy útil en nuestra vida profesional.
En un mundo tan saturado de estímulos, con millones de imágenes al alcance de la mano y de un simple click, resulta importante poder reunir aquellas influencias gráficas con las que nos sentimos identificados. Poner orden en el desorden dándole un sentido y dejando que las imágenes hablen por sí mismas. Si estás tratando de sacar adelante tu propio negocio, es fundamental que te sientes a pensar en la imagen que vas a transmitir, en tu marca y tu presencia pública. “¿Qué soy? ¿Cómo quiero presentarme ante los demás?”, son dos preguntas que debes hacerte cuanto antes para construir tu idea empresarial sobre cimientos sólidos.
Pues bien, en ese momento los moodboards entran en escena y pueden sernos de gran utilidad. Como diseñadora, es algo que utilizo siempre en el proceso de construcción del branding, porque es una herramienta sencilla, orgánica y muy intuitiva que me permite percibir en un golpe de vista cómo “respiran” mis clientes y qué pretenden transmitir con sus marcas. ¿Es un empresario maduro de gusto clásico y elegante, con preferencia por los materiales nobles y los productos “bien hechos”? Eso se verá reflejado en su tablero y, al final, en toda su imagen de marca. ¿Es por el contrario una emprendedora joven y moderna, seducida por los colores chillones y las tendencias que busca abrirse camino en el mercado del interiorismo más trendy? Saltará a la vista en su moodboard y ten por seguro que acabará expresado en el diseño de su web o su packaging.

Cómo construir tu tablero
Como te he sugerido al principio, los tableros de intereses o influencias han existido desde siempre, tanto en el ámbito doméstico, como en el profesional. Las nuevas tecnologías digitales, sin embargo, han revalorizado esta forma de expresión por la facilidad con la que gestionan las imágenes y las disponen de una forma atractiva y lista para compartir. En cierto modo, todo internet es un gran tablero caótico esperando ser ordenado y refinado, y es en este punto donde algunas aplicaciones nos resultarán utilísimas.
Yo personalmente uso Pinterest con mis clientes, porque es sencillo, muy popular y al alcance de cualquier persona, tenga o no tenga grandes intereses estéticos.

Pinterest nació como una plataforma para compartir, coleccionar y descubrir imágenes en internet, y se reveló como una herramienta ideal para introducirse en las ventajas del moodboarding. Basta con abrirse una cuenta, disponerse a explorar e ir eligiendo aquellas imágenes con las que más claramente identifiquemos nuestro proyecto.
Combinaciones cromáticas, materiales, texturas, objetos, tipos de letra, prendas de vestir… Ante todo, no te vuelvas loco ni trates de acumular cualquier cosa: se trata de perfilar el objetivo que tengas en mente y generar un mosaico diverso pero armonioso. Recuerda que el tablero debe percibirse como una unidad (a no ser que seas un puro caos y te interese reflejar precisamente eso…). A medida que avances descubrirás como tu tablero es algo más que la suma de sus partes: es un organismo estético en el que los componentes establecen diálogos y correspondencias, ecos y analogías.
Si vas a lanzar al mercado una marca personal, tu moodboard hablará sobre ti y sobre tu empresa al mismo tiempo. Si, por el contrario, tu proyecto empresarial es más corporativo, tendrás que elegir aquellos ítems que reflejen los referentes de tus productos o servicios y los de tu público ideal.
En cualquier caso, construir tu tablero puede ser una experiencia edificante que puede ayudarte a conocerte mejor o a concretar ideas y proyectos profesionales o personales. Es un ejercicio creativo único, en el que caben las aplicaciones informáticas, pero también la materialidad de los recortes de revistas, los retazos de telas, objetos diversos y un sinfín de posibilidades. Cuéntame, ¿tú tienes un moodboard? ¿Cómo es? ¿Quieres compartirlo conmigo?